Juan Barbieri se había desplazado hasta territorio argentino para observar un partido del torneo que se hace todos los años en temporada de verano y en ese entonces tres de los cinco jugadores estaban en el campo: Gandulfo, Jamardo y Ferrari.
"En ese entonces no jugaba de defensor central sino de mediocampista y ese día lo hice en la zaga, íbamos bien, ganando 1-0, pero después nos hicieron tres goles, perdimos 3-1; en el primer tiempo el arquero Gandulfo se nos acercó y nos dijo: hay un señor que está interesado en algunos jugadores", recordó Ferrari, que en ese entonces integraba las inferiores de Vélez Sarsfield.
Una aeronave de la empresa Panagra fue la encargada de traer a las figuras que le darían vida al Deportes Tolima en 1955. Los deportistas, junto con Barbieri, llegaron a Cali y vía terrestre se trasladaron hasta la Ciudad Musical.
Una comitiva los esperaba en Cajamarca para darle la bienvenida a los integrantes del elenco Pijao. Antes del viaje conocían a qué se iban a enfrentar, una ciudad pequeña y sin antecedentes en el fútbol profesional colombiano:
“No tuve miedos, en lo absoluto. Uno es medio gitano en ese entonces, joven y no lo pensé dos veces en venir. Era muy bravo todo esto porque nos gritaban chusmeros u otros términos, pero eso no me interesaba”.
El primer partido lo jugaron en la cancha San Jorge y el campo lo tenían marcado con unas cuerdas, la gente pagaba cerca de 30 centavos por ver el partido, no había en ese entonces estadio. "Ese primer juego fue contra Santa Fe y ganamos", evocó.
Fue así como comenzó la historia de Enrique Ferrari en Ibagué y el Tolima, defendiendo los colores del Vinotinto y Oro, que en un principio llevó la camiseta azul celeste y blanco, como la de Racing de Argentina y la cual guarda con mucho aprecio.
Con el elenco Pijao actuó en 115 juegos entre 1955 Y 1960 y en las estadísticas aparece que marcó un gol y dos autogoles siendo el primer jugador en hacerlo en el fútbol colombiano.
En Colombia, además, vistió la camiseta de Atlético Nacional en cinco partidos, también estuvo un año en el Cúcuta Deportivo y terminó su carrera como futbolista en un conjunto de Ambato, en Ecuador.
A pesar de terminar su carrera cerca de 10 años después, Enrique ya tenía raíces en la Ciudad Musical donde vivió el resto de su vida.
“Tolima significa todo porque me dio todo. El Deportes Tolima como la Universidad del Tolima, lo digo con aprecio, son dos entidades a las que les tengo que reconocer mucho porque me han dado todo, lo que soy se lo debo a ellos y uno no puede estar desagradecido por este trato. Así mismo, la gente de Ibagué ha sido muy querida conmigo”
Con la información de El Nuevo Día
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